Vivir buscando el Norte, esa es mi lucha personal. El norte como horizonte, el norte como infinito, como respiro, como suspiro. El norte como sueño...
viernes, enero 01, 2010
ESTRENANDO AÑO.
He escogido estas fotos para empezar el año porque se me quedó un post por ahí perdido en los borradores de cuando estuvimos en Aniak. El post mostraba las vistas desde la preciosa casa de madera de Miriam y David. No me apetecía dejar estas fotos que me transmiten tanto en el olvido y como me dan buen rollo quiero estrenar el año con ellas.
Fotos que muestran paisajes y pasajes de mi vida, que cambian, que se transforman, que se perciben, que se pueden observar.
Luego está todo lo demás, la resaca del alma que me acompaña, que se intuye pero a diferencia de los paisajes no se aprecia a simple vista.
He amanecido con las sensaciones embotelladas, congestionada, con dolor de cabeza, contenida de emociones, como si arrastrara demasiadas cosas que debería de andar soltando. No tengo remedio y como Esther Lucas reconozco que soy una sentimentaloide, y que cuando la nostalgia se apodera de mí, que Dios pille confesado al pobre que se cruce en mi camino. Pucheros, snif, snif. Estas contradicciones, este batiburrillo, este cambiar, este subir y bajar por las teclas del espíritu, vienen acompañadas de las dudas lógicas del tinglado que se cuece en mi cabeza. La vida anda sorprendiéndome una vez más, me hace tomar conciencia de que pasa muy rápido cuando quiero que frene un poco, y muy lenta cuando quiero que se acelere. Así estreno el año de este mundo raro.
La Nochevieja pasó entre risas infantiles y pañuelos de papel, sin sentido del gusto ni del olfato, pegada al paracetamol y jugando con un bingo donde el premio era un puñado de lacasitos.
Y las campanadas llegaron, como siempre, una vez más, un momento que parece repetirse, la transición que suponen, los nervios que me invaden media hora antes del final y del principio. Emocionada me dejé envolver por los doce tolones-tolones. Los ataques de risa cuando las uvas parecen crecer mientras los toques parecen cobrar velocidad. La pata coja. Los deseos que se pierden debajo del pie derecho. La llantina, la emoción de ver a muchas personas unidas haciendo lo mismo, el balance, el reloj de la puerta del sol, los que están, los que no llegaron, y al final de todo eso la puerta del futuro parece abrirse delante de nosotros, una puerta llena de luz nos invita a entrar en el nuevo año con la creencia de que será diferente, de que si todo empieza bien, terminará mejor. Os deseo a todos que, hasta la Nochevieja próxima, no olvideis ningún día todas las buenas intenciones que teneis hoy.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Rubia, qué recuerdos me traen esas fotos. Parece que fue ayer. A ver si nos reunimos pronto de nuevo con ese "trío".
tvo
Tete: Ya organizo yo algo prontito chuli.
Publicar un comentario